En el 24 de marzo de 2011 Teodoro Obiang abre una puerta al diálogo con la oposición política de su país. Este sería un titular muy importante si en él encontráramos deseos de una democratización real de Guinea Ecuatorial. Esta intención fue declarada por el Ministro del Interior, Clemente Engonga Nguema Onguene, en el mismo momento en que prohibió la concentración organizada por la Unión Popular para el 23 de marzo. Una prohibición acompañada por tanquetas en las calles y en el curso de demás prohibiciones y detenciones al largo de este mes: antes del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Epifanía Avomo Bicó, de la Convergencia Para la Democracia Social (CPDS), fue detenida mientras la ciudad de Bata amanecía con una impresionante presencia militar; el 20 de marzo, la policía esperaba que los militantes de la formación opositora CPDS salieran a la calle después de diversos actos en la sede de su partido. Y, claro, la presencia policial se robustecía.
Podría ser una buena noticia, esta de la disposición al diálogo de Obiang. Pero, para comprender los matices de esta cuestión, hay que mirar con atención el panorama político de Guinea Ecuatorial.
Desde 1993, la Plataforma de Oposición Conjunta (POC) pide la democratización de Guinea y este diálogo. Esta plataforma estaba compuesta por 13 partidos legalizados en Guinea Ecuatorial y hoy agrupa a tres: CPDS, Alianza Democrática Progresista (ADP) y Acción Popular de Guinea Ecuatorial (APGE). Los demás, pues, antropofagizados por el partido del poder, como se suele decir en lenguaje de las ciencias políticas aplicadas a África… Y a esto se añade el control que el Ministerio del Interior ejerce sobre la vida de los partidos. Como nos explica Avelino Mocache, de la APGE, esperan que el Ministro permita la celebración de un congreso en el que se elegirán sus dirigentes, sin maniobras de intentar colocar en el liderazgo del partido alguien más afín al régimen.
Podremos leer las formas de concentración del poder en las manos del régimen en la antropofagización de partidos de la oposición. No es una estrategia inédita. Y un documento preparado por el CIDOB nos explica de manera muy clara cómo se establecen estas relaciones entre los partidos existentes en Guinea Ecuatorial y el partido de Obiang, el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE).
Lo que podría ser una abertura al diálogo, no pasará más allá de ser una puesta en escena, una pantomima para dar la foto deseada a los medios de comunicación internacionales que están presionando fuertemente para que Obiang, y su hijo Teodorín, dejen el poder.
Cabrá a los líderes de los países democráticos occidentales una de dos actitudes: saludar a Obiang con la misma hipocresía con la que saludaron a lo largo de estos años a Gadafi y hoy lo bombardean, o mostrar que conocen los matices de los diálogos y ser más inteligentes. Probablemente, se callaran, porque de Guinea es mejor que se sepa poco y siga siendo “materia reservada”.
Yolanda Aixelà
Ana Lúcia Sá
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