17.7.11

Reflexões de Fidel sobre a doença de Chávez

A lo largo de más de doce años, desde el 2 de febrero del año 1999, el Presidente y líder de la Revolución venezolana no ha descansado un solo día, y en eso ocupa un lugar único en la historia de este hemisferio. Todas sus energías, las ha consagrado a la Revolución.
Podría afirmarse que por cada hora extra que Chávez dedica a su trabajo, un Presidente de Estados Unidos, descansa dos.
Era difícil, casi imposible, que su salud no sufriera algún quebranto y eso sucedió en los últimos meses.
Persona habituada a los rigores de la vida militar, soportaba estoicamente los dolores y molestias que con frecuencia creciente lo afectaban. Dadas las relaciones de amistad desarrolladas y los intercambios constantes entre Cuba y Venezuela, sumado a mi experiencia personal con relación a la salud, que viví desde la proclama del 30 de julio del año 2006, no es raro que me percatara de la necesidad de un chequeo riguroso de la salud del Presidente. Es demasiado generoso de su parte, atribuirme algún merito especial en este asunto.
Admito, desde luego, que no fue fácil la tarea que me impuse. No era para mí difícil percatarme de que su salud no andaba bien. Habían transcurrido 7 meses desde que se realizó su última visita a Cuba. El equipo médico dedicado a la atención de su salud me había rogado que hiciera esa gestión. Desde el primer momento la actitud del Presidente era informar al pueblo, con absoluta claridad, su estado de salud. Por ello, estando a punto ya de regresar, a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, informó al pueblo sobre su salud hasta ese instante y prometió mantenerlo detalladamente informado.
Cada cura iba acompañada por rigurosos análisis celulares y de laboratorio, que en tales circunstancias se realizan.
Uno de los exámenes, varios días posteriores a la primera intervención, arrojó resultados que determinaron una medida quirúrgica más radical y el tratamiento especial del paciente.
En su digno mensaje del 30 de junio, el Presidente notablemente recuperado habla de su estado de salud con toda claridad.
Admito que para mí no fue fácil la tarea de informar al amigo de la nueva situación. Pude apreciar la dignidad con que recibió la noticia que —para él con tantas tareas importantes que llevaba en la mente, entre ellas el acto conmemorativo del Bicentenario y la formalización del acuerdo sobre la unidad de América Latina y el Caribe— mucho más que los sufrimientos físicos que implicaba una cirugía radical, significa una prueba que como expresó la hizo comparar con los momentos duros que le tocó enfrentar en su vida de combatiente indoblegable.
Junto a él, el equipo de personas que lo atienden y que él calificó de sublimes, han librado la magnífica batalla de la que he sido testigo.
Sin vacilación afirmo que los resultados son impresionantes y que el paciente ha librado una batalla decisiva que lo conducirá, y con él a Venezuela, a una gran victoria.

(recolhido na imprensa cubana)

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